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José Sacristán pasea en las rodillas de los dioses las palabras de Miguel Delibes

¿Han bajado los ángeles? ¡Déjate vivir!, y la pesadumbre de vivir, son algunas de las frases que continuamente asaltan la memoria de Nicolás

Me uno sin vacilación a la afirmación de Joaquín Notario porque lo que Sacristán hace con Nicolás, el personaje de Miguel Delibes, es un auténtico ejemplo de sofisticación actoral, saber estar y dominar el arte y el oficio como muy pocos en nuestro país. Desde que uno se sienta en la butaca y ve aparecer por el lado izquierdo la imagen de Sacristán ya sabe que la respiración la debe contener. Como Notario indicaba “un prodigio de monólogo y una auténtica locaura”.

En la función, Ana, la reciente mujer fallecida de Nicolás, continuamente le pregunta a su marido, pintor de profesión, ¿han bajado los ángeles?, refiriéndose a si la inspiración le había llegado en esos días. Pues en el caso de Sacristán, y la magnífica dirección del recientemente desaparecido José Sámano, sí que se puede afirmar que los ángeles han bajado, y no sólo uno o dos. Un coro celestial.

La escenografía viene firmada por Arturo Martín Burgos, quien no propone un espacio convencional para el estudio de un pintor. Un cortinón al fondo, dos sillas, un diván, una estantería y un macetero, además de un cubo con pinceles y un caballete donde se sujeta un lienzo de espaldas, son todos los elementos necesarios para el triste recuerdo de Nicolás. Lienzos, marcos, taburetes, completan la estancia de color gris azulado.

La iluminación de Manuel Fuster aligera la pesadumbre de vivir del protagonista. Algunas sombras son proyectadas sobre la pared que hace de fondo de la estancia.

Mercedes Sampietro pone voz a Ana, la compañera de viaje de Nicolás, la que lo anima en los momentos más duros, la que tira del carro como si nada pasara. La que en innumerables ocasiones le dice a Nicolás: “déjate vivir”.

“Mujer de rojo sobre fondo gris” no es, ni más ni menos, que un pequeño fragmento de la biografía de Miguel Delibes. Un pequeño esbozo de lo que fue la terrible enfermedad que se llevó a su mujer cuando contaba con apenas cuarenta y ocho años. Aquel suceso le marcaría para el resto de su vida.

Nicolás, un pintor con años en el oficio, lleva mucho tiempo sumido en una crisis creativa y personal. Desde que murió de forma imprevista su mujer no ha podido volver a pintar.

Sobrevive en ese estado y su memoria, y quizá también su imaginación, recuerdan y recrean aquellos meses del verano y otoño de 1975 durante los que su hija mayor estaba en la cárcel por sus actividades políticas mientras que, al mismo tiempo, a Ana, su mujer, que lo era todo para él, se le declaró una repentina enfermedad que le condujo, sin nadie poder suponerlo, a una muerte inesperada a los 48 años.

Toda esta evocación, también de los días de alegría y bienestar, es una apasionada historia de amor en camino desenfrenado hacia la muerte. Nos sitúa en aquella España con rasgos inequívocos, nos habla de la felicidad y de su pérdida, y llega a la intimidad de cada uno por el camino recto y simple de la verdad.

Tanto por una parte de la crítica literaria, como en declaraciones del propio autor, Señora de rojo sobre fondo gris, está reconocida como la obra que Miguel Delibes dedicó a su mujer Ángeles de Castro, a muchos aspectos de su vida en común, y, sobre todo, a la descripción del inesperado proceso de una enfermedad que le condujo, joven, a una muerte imprevista.

Desde la aparición de la novela, que ahora se presenta por primera vez como versión escénica, siempre se supo que, en lo esencial y en multitud de detalles, se trataba de una novela biográfica, la única del escritor en su larga e impresionante trayectoria. Ana en la ficción –Ángeles de Castro en la realidad– es la Señora de rojo sobre fondo gris.

En propias palabras de Miguel Delibes:

“Miguel Delibes el escritor, jamás hubiera existido sin la existencia y la influencia de Ángeles de Castro. Yo escribía para ella. Y cuando faltó su juicio, me faltó la referencia. Dejé de escribir, y esta situación duró años. En ese tiempo pensé, a veces, que todo se había terminado”.

 

Reparto

José Sacristán

 

Equipo artístico y técnico

Adaptación: José Sámano, José Sacristán e Inés Camiña

Director Técnico: Manuel Fuster

Técnico de iluminación/sonido: Manuel Fuster y Jesús Díaz Cortés

Gerente Compañía / Sastra: Nerea Berdonces

Maquinista / Regidor: Pepe González

Ayudantes de Producción: Pilar López “Pipi” y Mélanie Pindado

Secretaria de Producción: Pilar Velasco

Voz de Ana: Mercedes Sampietro

Ayudante de dirección Inés Camiña

Sonido: Mariano García

Diseño de vestuario: Almudena Rodríguez Huerta

Diseño de escenografía: Arturo Martín Burgos

Diseño de Iluminación: Manuel Fuster

Directora de producción: Nur Levi

Coordinación de producción: Cristina Lobeto

Producido y dirigido por: José Sámano

Una producción de: Sabre Producciones, Pentación Espectáculos, TalyCual y AGM

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