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El espacio Miguel Narros de Almagro se pone en pie para ovacionar el trabajo del equipo de Eco y Narciso

Como ya adelantaran en rueda de prensa, Eco y Narciso es la historia de un amor inalcanzable. La versión, firmada por Elena María Sánchez, y la dirección por David Martínez, nos introduce en la Arcadia, un lugar protegido por los Dioses, donde habitan Eco, Bato, Febo, Silvio y Sirene. En otro lugar, apartado de la Arcadia, y en una especie de cueva, viven Narciso y su madre Liríope. Narciso no conoce nada del mundo exterior. Su madre, por su inestabilidad emocional, por ser una mujer abusada… decide protegerlo por encima de todo de cuantos peligros puedan existir en el exterior. Pero esa protección tiene fecha de caducidad. Liríope, al entrar en contacto con la Arcadia, no tiene más remedio que llevar a su hijo al mismo lugar. Es allí donde ve por primera vez a Eco. Y ahí surge el amor entre ambos. Pero la historia dará un giro inesperado.

La escenografía e iluminación, firmada por Sergio Torres Roza, es un canto a la belleza. Se conjugan perfectamente elementos actuales, como son las proyecciones de videoescena, con elementos tradicionales en el caso de las rampas de madera, los árboles secos al fondo y las hojas de otoño por toda la escena. En cuanto a la iluminación, creada con sutileza, potencia aún más el carácter de algunas escenas, el romanticismo y la comicidad en otras.

En cuanto a la coreografía, visible en algunos personajes, pero más acentuado en el caso de Eco, la firma Manuela Barrero.

Destacar el meticuloso trabajo actoral. Maravillosos Lara Grube, Manuel Moya, Ana Vélez, Jorge Kent, Héctor Carballo, Jaime Soler Huete y María Besant. Ninguno sobresale por encima de otro. Rozan la perfección del equilibrio. En escena se mimetizan con el entorno. Conectan con el espectador y, a la vez, gracias a cómo dicen el verso, con diferentes planos y escalas melódicas, arrancan los sentimientos y emociones más escondidas. No olvidemos que se trata de uno de los temas principales del siglo de oro español: el amor. Mención especial merece el personaje de Liríope en cuyos hombros deposita Calderón esa tremenda carga emocional con unos parlamentos extensos e intensos.

La música, que firma Irma Catalina Álvarez, también ocupa un palco principal en toda la representación. La mayoría de escenas son potenciadas por la música en directo de Alba Fresno con su viola da gamba. Es el complemento perfecto para unas escenas idílicas.

Por último, destacar la dirección de la obra a cargo de David Martínez. El movimiento de los actores es impecable. Ha sabido sacar un verdadero rendimiento a las rampas. Por ellas los actores salen y entran, suben y bajan, y algunos saltan, y se mueven como pez en el agua. David ha sabido meter el contenido en un bote, agitarlo con suavidad, y el resultado no ha podido ser otro que Eco y Narciso de Hambre y Miseria Producciones.

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