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‘Miles gloriosus’ y Carlos Sobera provocan las deseadas y esperadas carcajadas del público en Mérida

El texto que Pep Anton Gómez dirige es una versión libre de Antonio Prieto, basada en el original del comediógrafo Plauto, en la que el autor romano usa un rico y vistoso lenguaje de nivel coloquial que no elude la obscenidad y la grosería entre retruécanos, chistes, anfibologías, parodias idiomáticas y neologismos, usando un vocabulario muy abundante de una gran variedad de registros. Emplea con preferencia la aliteración, la asonancia y el asíndeton, imprimiendo a su estilo un sello inconfundible. Es un psicólogo penetrante en obras que anuncian ya la comedia de carácter o comedia de figurón, como es el caso de Miles gloriosus sobre un tipo eterno, el fanfarrón. La mezcla de dos acciones en una sola obra hizo de él el primer creador de la técnica del enredo, que tanto juego ofrecerá en la comedia. Algunos personajes como el esclavo liante, desvergonzado y diabólicamente astuto, presagian ya el personaje del gracioso en la comedia del Siglo de Oro español, y otros, como el parásito, derivarán en el del pícaro. Las obras de Plauto son menos refinadas, pero más cómicas que las griegas.

Carlos Sobera, el popular actor y presentador de televisión, fue el encargado de protagonizar en Mérida este Miles gloriosus que contó con la más que aprobación de las 3000 personas que abarrotaron el pasado miércoles el Teatro Romano en su estreno. Un Sobera entregado a la causa que, desde que sale por el graderío hasta el escenario, a ritmo de introducción castiza y zarzuelera, entonando una canción como si de un musical se tratara, deja patente, una vez más, su gran dominio de la escena y que es, sin lugar a dudas, un gran comunicador. Carlos Sobera llega. Una pena que desde que inicia la función hasta que vuelve a aparecer en escena transcurre alrededor de una hora.

Ángel Pardo, Juanjo Cucalón, Elena Ballesteros, Antonio Prieto y David Tortosa, también dieron muestra de su maestría sobre la arena del teatro, en un juego escénico que recurre a las puertas como manido elemento escenográfico por donde transitan casi todos los personajes que aparecen. Elena Ballesteros, a pesar de su casi total afonía, supo sacar fuerzas de quién sabe dónde para afrontar la función. ¡Brava Ballesteros!. Mención aparte merecen el dúo escénico formado por Elisa Matilla y Arianna Aragón, y, por desgracia, no positivamente. El caso de la primera, afrontando un personaje construido de forma extraña y que recuerda, por completo, al personaje televisivo interpretado por Paz Padilla en la serie La que se avecina. ¿Casualidad? Quiero pensar que ha sido una mera coincidencia. En el caso de Arianna Aragón, es más complejo. La falta de oficio se apodera de ella desde su entrada en escena. Desconozco si algo tendrá que ver el hecho de ser Carlos Sobera el productor de la obra, y la relación familiar que pueda haber entre ellos. A pesar de ello, la comedia resulta redonda, fresca, entretenida, y tremendamente graciosa. Convencido de que en gira subirá su listón. En Mérida, de momento, se erige como el éxito de taquilla de esta edición.

La nómina artística la completan en el diseño de escenografía Alejandro Contreras; diseño de iluminación Miguel Ángel Camacho; diseño de vestuario Ana Ramos; caracterización Lolita Gómez, composición musical original Mariano Marín; ayudante de dirección Jesús Lavi; y coreógrafo Luis Santamaría.

 

Sinopsis

Miles Gloriosus, un militar fanfarrón, pagado de sí mismo, obsesionado por el sexo y narcisista, ha raptado a una bella joven y la tiene en su casa de Éfeso, donde vive también Geta, un esclavo a su servicio que ya conocía a la joven de antes y también al hombre del que verdaderamente está enamorada, y que por supuesto no es Miles.

Geta, deseoso de dar un escarmiento a su amo el militar y ayudado por un vecino que también quiere darle un escarmiento a Miles, –y es que, en Éfeso, casi todo el mundo quiere darle un escarmiento a Miles Gloriosus–, hace un agujero en la pared que comunica la casa del vecino con la del militar, de manera que los amantes puedan verse en secreto.

Todo se complica cuando los amantes son descubiertos por otro de los esclavos de Miles, que se dispone a ir a contárselo a su amo. Esto obligará a Geta a convencer al otro esclavo de que no ha visto lo que ha visto, recurriendo a un truco desternillante donde Geta nos deslumbra con su descaro y su ingenio.

El astuto Geta no se conforma con eso y aprovechando la obsesión de Miles por el sexo, trama un brillante plan…

En el teatro romano de Mérida hasta el domingo 5 de agosto de 2022, y con entradas prácticamente agotadas.

 

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