Masescena

María Jesús García, regidora de vestuario del Ballet Nacional de España desde hace casi veinte años

Cuando Chus se hace cargo de la Regiduría de Vestuario del Ballet Nacional, el vestuario estaba en otros almacenes, como ella misma dice, a la otra punta de Madrid. En un sótano, todo guardado en baúles, en horizontal, y en algunas ocasiones con perchas. En aquel almacén hubo un accidente, una inundación. Rápidamente se trasladó todo el vestuario a estas instalaciones en las que se encuentran hoy para poder salvar la mayor parte posible. En la nueva ubicación Chus comienza a hacerse con espacios dentro del edificio, construido a dos aguas con unas buhardillas muy aprovechables en este sentido. Aquí comienza todo. Se empieza a inventariar y a catalogar, haciéndole fotos, describiéndolo y guardándolo definitivamente ya enfundado en los almacenes. También se acondicionan esos espacios para preservar el contenido. Todo ese vestuario que está guardado y enfundado se guarda siempre limpio, y cada cierto tiempo se saca para revisarlo, lavar las fundas y comprobar el estado.

ALMACEN 1En la actualidad la regiduría de vestuario cuenta con 117 obras inventariadas, unos 4.500 trajes y 20.000 prendas. El tiempo que se empleó en inventariar absolutamente todo fue de unos cuatro o cinco años, porque, a la vez, se hacía el trabajo de producción. Ahí es cuando Chus comienza a darse cuenta de los factores de degradación del vestuario, de cuáles eran los malos usos, tanto de los bailarines como de sastrería. Obligaban a que el traje estuviera en mal estado. El transporte en perchas. Se oxidaban alfileres, imperdibles, horquillas que se olvidaban en los tocados. Todo este tipo de “malas prácticas” se empezaron a prohibir. Para poner imperdibles se inventaron unos canutos de tela para que pasara por él y no atravesara nunca los tejidos. Las horquillas las sustituyeron por cangrejos, evitando así que las horquillas, que oxidan muy rápidamente, se guarden con los tocados. Una serie de costumbres y hábitos para preservar. En las nuevas producciones se ha intentado siempre que los tejidos fueran lavables con agua y con jabón. Se hacen pruebas antes con los tejidos para averiguar si hay riesgo de tinción. Se procura que los trajes sean desmontables, que se pueda quitar, por ejemplo, el cuerpo de la falda, para que la prenda inferior no sufra el posible sangrado del tinte de la superior, y viceversa. Intentan estudiar con tiempo todas las nuevas producciones para hacer que sean duraderas, sean prácticas, se puedan adaptar a muchos bailarines, que haya tela suficiente, además de tener en los almacenes bastantes tejidos sobrantes para poder zurcir, alargar pantalones, ensanchar si fuera necesario, cubrir roturas. A veces sucede que los tejidos dejan de fabricarse y es muy difícil encontrar algo similar.

Lo fundamental en los primeros años fue el cambio de costumbres, que estaban muy consolidadas en sastrería y en bailarines. Lo esencial es que todos funcionen alrededor del traje, por el traje y para el traje.

Los almacenes del Ballet Nacional de España atesoran trajes que hereda de Festivales de España. Esto quiere decir que nunca los ha utilizado para producciones del Ballet. También se compra vestuario y producciones completas a Antonio Ruiz Soler cuando él vende, por ejemplo, “El sombrero de tres picos”, coreografía que ejecuta dentro del ballet cuando entra como director. También se le compró Fantasía Galaica y Eritaña, que son muy antiguos. En el Homenaje a Antonio, por ejemplo, se han utilizado todos los trajes que se le compraron.

Hubo un trabajo previo, porque Eritaña se ha puesto dentro del repertorio prácticamente con todas las direcciones. Fundamentalmente por cambio de tallas. Los bailarines son más grandes, más altos, y se han tenido que repetir algunas faldas. Pero todos los cuerpos se han respetado, se ha hecho un trabajo de restauración en algunas de las piezas, pero son los trajes originales. También el paso a cuatro conserva los trajes originales cuando se repuso.

Cuando Chus recuerda las producciones del Ballet Nacional de España hay algunas que le vienen a la mente por su complejidad. De Sorolla cuenta que fue muy divertido hacerla. Era una situación en la que no había mucho dinero, había crisis, y la producción era muy ambiciosa. Necesitaba de más de cien trajes. Esto conllevaba mucho dinero, porque además eran trajes muy ricos. Tratando de representar los cuadros de Sorolla, los salmantinos, con tanta riqueza en su indumentaria tradicional. Trajes que son bastante caros. Pero Nicolas Vaudelet hizo un trabajo maravilloso y extraordinario. Afortunadamente por el inventario pudo tener una visión amplia de los trajes que por cuadro podrían servir. Con las imágenes hizo otra preselección y de todo aquello que quedó como posible se sacó todo. Los pasillos eran un auténtico enjambre. Ponía todo el vestuario en el suelo, y desde su visión mezclaba esto con esto… Se reciclaron muchos trajes para esa producción. Casi la mitad de los trajes son reciclados y el resto, inevitablemente, se realizaron nuevos. Fue un trabajo muy bonito, pero arduo.

El hecho de que esté todo inventariado facilita mucho la vida, pero, a su vez, si no lo tienes inventariado coges de aquí y de allí y no le tienes que dar cuentas a nadie, pero de esta manera, si la prenda se transforma la tienes que dar de baja en la producción de origen y darla de alta en la nueva, justificando porqué se da de baja y anotando de dónde viene, cuál era su matrícula y porqué está en esta producción. Cuando no se transforma es una producción que se presta. Prestada conserva su código de origen. Te hace la vida más complicada pero así está todo perfectamente localizado y organizado. Además, Sorolla tiene muchos cambios rápidos. Eso hace que nos comamos mucho más la cabeza. Los bailarines tenían que llegar lo antes posible. Había que facilitar la colocación de las prendas, de todos los elementos. Que se colocaran rápidamente pero al mismo tiempo que se quedaran fijos y no se cayeran en escena. Por ejemplo, los tocados de las valencianas los hicimos con unas orejeras de los “chinos”. Las forramos con las redecillas, de forma que la bailarina rápidamente se peina con peinetas incluidas, con unos cangrejos para enganchar y con unas gomas que van por debajo de la cara. Ninguna producción es igual. Cada producción te da unos problemas y presenta sus dificultades.

La producción que tenemos ahora, Electra, es maravillosa. Un precioso vestuario de Rosa García Andújar. Parte de un único traje para cada bailarín pero con muchas prendas que, de forma que se ponga o se quite esas prendas, funciona estéticamente diferente y resuelve cada una de las escenas de Electra.

Cuando comenzamos una nueva producción primero hablamos con los diseñadores y el coreógrafo. Nos informamos de cuántos personajes quiere, cuántos trajes hay… qué es lo que hay que pedir, porque todo esto, evidentemente, tiene que salir a concurso, hacer un pliego descriptivo de cada traje, y con los figurines, se describen, se cuentan las cantidades que son y sale a concurso. Cuando se ha elegido el taller, viene la selección de los tejidos, que se puedan lavar, que no destiñan, y que la realización en el taller se haga de acuerdo a sastrería de teatro, que es diferente a la realización de vestuario para calle o convencional. Por ejemplo, todas las prendas van forradas de algodón para que absorba el sudor, las costuras van a “plas” con la tela exterior para que se pueda sacar y meter rápidamente sin necesidad de desmontar la prenda, que tenga márgenes suficientes de costura en todos los lados, cierres rápidos, nada que se oxide, todo este tipo de control que se hace con los talleres. A la vez, las pruebas de vestuario se van haciendo en sede, para que el coreógrafo, bailarines y director se impliquen en esas pruebas y desde el principio cuenten lo que ven, si les vale o no les vale, si necesitamos que la falda tenga más volumen, menos peso… Se va haciendo todo a la vez. Hay prendas que se piden por anticipado a los ensayos porque es fundamental montar la coreografía con esa prenda debido a su peso y su volumen. Durante todo esto ya se va haciendo el descriptivo de los trajes. Cuando los trajes están terminados, con el propio bailarín vamos realizando las fotografías, porque no hay mejor maniquí que el bailarín, ya que son trajes hechos a medida. Lamentablemente, hasta el último momento el diseñador va cambiando cosas porque nunca está satisfecho por completo, igual que el coreógrafo. A veces nos tiran nuestro trabajo por tierra, y nos encabronamos todos, pero no es un trabajo cerrado. Luego pueden surgir dificultades, pero poco a poco va creciendo, de tal forma que cuando el vestuario llega al teatro ya está todo inventariado, fotografiado, para poder hacer la documentación necesaria con la que se mueve sastrería.

Por escenas se fotografía cada traje para que visualmente sastre y bailarín sepan cómo sale en cada escena. Es un recordatorio, sobre todo cuando las producciones son nuevas, o hace tiempo que no se hacen, como es el caso de Sorolla. Hace año y medio que no se hace. Es muy fácil que el bailarín ya no recuerde cómo iba, o el sastre. También hay un dossier rápido por códigos, por escenas, cuál sale, en qué momento y de qué manera. Toda esa documentación hay que entregarla antes del estreno para que bailarín y sastre estén al día y recuerden.

El transporte de los trajes siempre es el mismo. Van siempre en los baúles. Por ejemplo, ahora que se ha repuesto Sorolla, después de año y medio, y con la nueva incorporación de bailarines ha habido muchas adaptaciones. Además ha habido bailarines que han subido de categoría, cambian de rol, y terminamos de adaptar todos los trajes hará cosa de un mes y medio. Antes de ir al teatro se hacen ensayos en sede con vestuario, sobre todo cuando hay estrenos o casi estrenos como este. Aunque es estreno para muchos y para otros hace año y medio que no se lo ponen. Se baja todo el vestuario a sala y se ordenan por nombres, por bailarín, se ponen todos sus accesorios y se colocan en camerinos. Cuando es una producción tan compleja como esta, con tantos cambios rápidos, el bailarín coloca en barras, a las que nosotros llamamos burras, en cada uno de los lados del escenario, por dónde sabe que va a salir y por donde mejor le viene el cambio rápido, su vestuario, con una preparación previa al ensayo general que ya le va a servir para el teatro.

En estos ensayos la regiduría de vestuario toma notas de qué está mal, qué pantalón está largo, qué se ha roto, qué no funciona, qué se ha caído, para poderlo subsanar antes de los estrenos.

El vestuario, con el uso, se suele deteriorar. Por el sudor la ropa se lava constantemente. La iluminación es su peor enemigo, pero es inevitable. Hay prendas que por abrasión se deterioran antes de lo previsto ya que puede haber bailarines que se arrastren por el suelo, por el roce. Pero en la medida de lo posible los bailarines cuidan las prendas. Ya no hay prendas oxidadas, no hay marcas de perchas oxidadas en las camisas, ni prendas rotas por el uso de imperdibles. Eso es un logro de la regiduría de vestuario.

Ahora mismo el Ballet cuenta con tres almacenes en sede. En ellos se guardan lo que no está en repertorio. Fuera de almacenes hay otro espacio más o menos grande y sastrería. En estas dos ubicaciones se guarda el vestuario que está en repertorio. Si a vista de pájaro en seis meses alguna producción no se va a volver a hacer lo normal es que se guarde en almacén, aunque esté en repertorio. Ahora mismo el Ballet tiene fuera de almacenes Alento y Zaguán, Suite Sevilla, Bolero, Homenaje a Antonio que se compone de El sombrero de tres picos, Fantasía Galaica, Eritaña, La taberna del toro y Zapateado de Sarasate. También tiene Sorolla, Danza y Tronío porque se hace en diciembre un homenaje a Mariemma, concretamente el 19 de diciembre coincidiendo con Electra en el Teatro de la Zarzuela, y Electra que es la nueva producción.

Cuando el vestuario entra en el almacén tiene que estar limpio, absolutamente limpio. Se guarda en perchas con colgadores. Si la prenda tiene mucho peso estará en horizontal. Las perchas están forradas para que el peso esté mucho más repartido y no se marque en la prenda. Se ponen colgadores en la cintura y en las colas de los vestidos para repartir el peso. Las batas de cola, en algunas ocasiones, llevan un rulo en la parte inferior donde se enrolla la prenda para que no sufra o se arrugue, sobre todo si va a estar bastante tiempo almacenado.

El almacén debe ser un espacio donde no haya muchos cambios de temperatura. Hay que intentar mantener una temperatura constante de unos veinte grados, que es lo ideal, e intentar que no haya humedad y polución. Debe ser un lugar de poco tránsito. La luz natural no debe estar presente. Sólo uno de nuestros almacenes tiene luz natural, pero hay una tela tapando la entrada de luz. El 99% del día está a oscuras. Cuando entramos puntualmente es cuando encendemos la luz artificial. Los trajes están cubiertos con una funda y cada perchero, a su vez, está cubierto por sábanas. Cada funda tiene un visor contándonos lo que hay en su interior, cantidad de prendas, códigos y trajes que hay dentro de cada funda. Fuera, en la sabanilla, hay otro visor donde se nos informa de los códigos que hay en esa barra. Las barras también están numeradas. Del fondo al inicio del almacén. Aunque haya tres almacenes nunca se repite una misma barra. En caso de evacuación no tendríamos un caos de desorden porque las barras no se repiten, ni las cajas tampoco. Nunca. Las cajas también están forradas o rellenas de guata si fuera necesario. Todo forrado con papel para preservarlo del polvo.

Se guardan todas las producciones juntas. Accesorios de El sombrero de tres picos junto con los trajes de El sombrero de tres picos. Porque lo normal no es que se saquen sombreros del siglo XVIII, sino que se saque El sombrero de tres picos. En otros almacenes donde se alquile vestuario seguro que lo tendrán por épocas. Aquí no es el caso. En el Ballet lo tienen por producciones porque es su necesidad. Además, tratan de cubicar el almacén para que sea fácil el acceso a todo el material almacenado.

La limpieza que se hace en los almacenes es siempre con aspirador para no introducir productos abrasivos ni líquidos con los que se pueda producir un accidente. Se limpia semanalmente todo el polvo para que no se acumule y no haya riesgo de bichitos, invasiones o plagas. Para eso tenemos, también, como ahuyentadores naturales, esencia de cedro rebajada en alcohol, y feromonas de polillas para avisarnos si hay alguna plaga. En ese caso, se avisaría a una empresa experta en este tipo de extinción de plagas. También hay unos medidores de humedad y de temperatura para tener un control. Para ser un almacén vivo está en muy buenas condiciones. Todo el mundo se sorprende cuando, por ejemplo, se ha sacado Eritaña, el buen estado en el que se conserva.

Además de la inundación que Chus nos comentaba al principio de la entrevista, el Ballet no ha sufrido ningún otro accidente de lamentar. Aunque hubo una vez, cuando vino el vestuario de un viaje, de China, los baúles debieron estar bajo la lluvia en el barco, o entró agua en el container donde van los baúles. Los baúles tienen unas rejillas de ventilación, y si les cae agua a chorros encima pues se moja el interior. El caso es que a uno de los baúles le debió entrar agua. Además tardó meses en venir, y cuando se abrió en sede rápidamente se tuvo que llevar a un especialista para que le quitara el moho y le diera un tratamiento contra él a todas las prendas. Pero se recuperaron absolutamente todas.

La regiduría de vestuario cuenta, en la actualidad, con un nuevo componente más. Es el caso de Francisco Javier Caraballo, también antiguo bailarín de la compañía. Ellos saben, de primera mano, lo que es cómodo, lo que es incómodo, las necesidades. Entienden muy al coreógrafo cuando quieren contar algo. Entienden muy bien al bailarín cuando se queja… Bailar es muy duro y a veces el vestuario te lo hace mucho más duro, pero hay que intentar que el vestuario no te lo haga más duro, intentar aliviar el peso, pero también hacen entender al bailarín que esto le ayuda, primero, a hacerse con el personaje, para que se sienta dentro del personaje, y en segundo lugar, para desarrollar tu danza, porque si una falda pesa y al dar un par de vueltas esa falda vuela multiplica y realza el movimiento y te ayuda. Hacer entender eso al bailarín es muy complicado, porque todo, en un principio, le estorba. El Ballet Nacional de España tiene un movimiento textil.

Al preguntarle a Chus cuál es su producción favorita, en lo que a vestuario se refiere, nos apunta que es una producción que no tiene nada del otro mundo. Se trata de Caprichos, “porque los hombres están guapísimos y no llevan nada especial, pero llevan unos trajes que les sientan maravillosamente bien y están, vuelvo a repetir, guapísimos. Las mujeres también. Los vestidos de Dualia, de Rosa García Andújar, también son maravillosos. Parte del vestuario de Negro Goya que son una belleza; los bailarines cuando se sitúan en un número determinado aparece en sus chalecos y faldas el cuadro del Aquelarre de Goya, es impactante. Me gusta absolutamente todo. Son como un poco hijos. En general son todos una belleza. Es vestuario maravilloso. Hasta los más simples, porque mira cómo funciona el vestuario de Ritmos de Alberto Lorca”.

El Ballet Nacional de España se adapta, relativamente, a los nuevos tiempos. Las prendas se adaptan a los gustos actuales, aunque se conserva el sabor original. Por ejemplo, se respeta la línea de un pantalón recto pero no se acampana, como se podría hacer en otras épocas.

Para finalizar, Chus comenta que para un mejor funcionamiento de la Regiduría de Vestuario sería necesario invertir en personal para Sastrería. Es muy complicado trabajar con personal que tiene contratos quincenales. Cada quince días tiene que explicar de nuevo todo el proceso de trabajo diario. En este momento en el que tienen casi tres estrenos como son Sorolla, Electra, y Danza y Tronío, en dos meses, con adaptaciones en prácticamente el 80% del vestuario, se necesita más personal. También necesitan mejoras en la aplicación informática, que aunque lentamente se hacen, se necesita un poco más de inversión para que sea más rápida y funcione mejor. Por último, es necesario un almacén mucho más grande porque el que tiene en sede lo tiene completamente lleno. Las próximas producciones ya no cabrían. Pero, a ser posible, que esté cerca de la sede actual.

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