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Las artes escénicas también reclaman el lenguaje inclusivo

Así, una primera medida sería la de renombrar las distintas especialidades de la academia (‘Producción’ por ‘Productores’, ‘Dirección’ por ‘Directores’ o ‘Autoría’ por ‘Autores’, entre otras) para, a continuación, «usar la inclusividad de manera sistemática en las comunicaciones oficiales» y en las publicaciones de la institución.

Además, también se busca «abandonar identificaciones muy interiorizadas» en sentido negativo, como ocurre con la palabra ‘sastra’. «En las fichas técnicas de necesidades de personal se pide una ‘sastra’, pero también existen ‘sastres’. Y ‘técnicas'», defiende un informe elaborado por la asociación.

En el caso de la Academia, esta primera propuesta ha sido rechazada por los académicos –que cuenta con un 34% de mujeres–, pero la vocal de la junta directiva de la entidad, Magüi Mira, ya ha adelantado que se volverá a intentar. «No hemos hecho más que empezar, sabemos dónde estamos por herencia de siglos y lo que tratamos es de convencer», ha indicado.

La institución –formada por más de 500 profesionales del sector– también cree necesario «prestar atención» a aspectos lingüísticos de inclusión en «opciones vitales». En este sentido, apuestan por hablar de personas ‘con/sin pareja’ en lugar de ‘casada/soltera’ o ‘casado/divorciado’ para «superar prejuicios».

Por otra parte, el desplazamiento de las disciplinas artísticas a lo optativo en las leyes educativas, la llegada de «un nuevo machismo» y la creación de un «supermercado del teatro» son algunas de las razones que lastran la igualdad en las artes escénicas, según el informe.

«Seguimos teniendo esperanza en el cambio y la evolución, pero estos datos no apuntan a que esto mejore sustancialmente en los próximos años», señala el estudio titulado ‘La Voz de la Academia: Igualdad en las Artes Escénicas’ que detalla desde diversos campos la situación de la mujer en este sector.

Por ejemplo, en el de la interpretación en el teatro, donde a pesar de no haber «ninguna investigación cualitativa referida exhaustivamente» a esta cuestión, sí se habla de «un supermercado del teatro» debido a la crisis económica que ha perjudicado tanto a actores como a actrices.

«En los últimos años, la crisis ha ocasionado cambios en la profesión que afectan negativamente: reducción de apoyos de las administraciones, menos presupuestos para espectáculos y desaparición de muchos teatros. Esta precaria situación ha creado un supermercado del teatro que no parece favorecer la erradicación de la desigualdad», apunta el documento.

En este apartado, el estudio se detiene en los «falsos mitos» que se han atribuido a las actrices «por su profesión» y que, a día de hoy, siguen en algunas ocasiones vigentes. «Se les atribuye una dudosa moralidad, muchas veces ligada a los personajes que han representado dentro de la visión machista reflejada en las ficciones», lamenta el estudio.

 

El ‘síndrome de Blancanieves’

También queda reflejado el «mito de la competitividad» femenina, conocido como ‘Síndrome de Blancanieves’, y se recuerda cómo la profesión de las actrices «ha estado marcada por leyes que obligaban a estar unidas en matrimonio a algún varón de la compañía, lo que hacía que los papeles dependieran más de la posición del marido que del propio talento».

Otro de los campos que aborda el estudio es el de la danza, una disciplina integrada en su mayoría por mujeres, pero con «una singularidad» presencia masculina. Así, más del 60% de las compañías que hay en España, fundamentalmente de danza y flamenco contemporáneo, están dirigidas por varones y además «son las más contratadas por los programadores».

 

La conciliación «no existe»

El informe resalta en esta disciplina, por ejemplo, que las relaciones entre el personal técnico y la coreógrafa «suele ser mucho más complicada». También habla de la conciliación en el campo de la danza, algo que «se sabe qué significa, pero no existe». «No hay ninguna normativa que proteja o que conceda ciertos derechos a la bailarina cuando está embarazada», ha criticado.

En el caso de la dirección teatral se habla de «un ámbito masculino hasta tiempos muy recientes» –el informe incluye las recientes figuras de Carme Portaceli (en el Teatro Español) o Helena Pimenta (CNTC) como ejemplos de cambio–.

Mientras, en música y producción se resalta también la menor presencia de compositoras debido a «una operación de invisibilización o minusvaloración de los logros femeninos» –aunque también se destacan nombramientos como el de Pilar Jurado al frente de la SGAE–.

 

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