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Año VIINúmero 347
20 ABRIL 2024

Juan Echanove se convierte en el ingenioso Quevedo en versión de José Luis Collado y dirección de Gerardo Vera

José Luis Collado firma la versión de "Los sueños" de Francisco de Quevedo, la obra que podrá verse del 14 al 16 de julio a partir de las 20,00 horas en la Antigua Universidad Renacentista de Almagro, bajo la sabia y experimentada batuta de Gerardo Vera en la dramaturgia y dirección.

Hoy se ha presentado a los medios «Sueños», una propuesta producida por la Compañía Nacional de Teatro Clásico en coproducción con La Llave Maestra Producciones Artísticas y Traspasos Kultur. Han compartido con los medios la presentación la directora del Festival, Natalia Menéndez, el director y responsable de la dramaturgia, Gerardo Vera, y el protagonista, Juan Echanove. También en la sala se encontraba José Luis Collado, quien ha versionado libremente la obra.

Menéndez destacó «el gusto» que da tratar el barroco porque con Quevedo se pueden decir muchas cosas, y son muy necesarias decirlas en estos momentos. Lo bueno de Sueños, además de la barbaridad de Juan Echanove, es el subtítulo: «Sueños y discursos de verdades descubridoras de abusos, vicios y engaños en todos los oficios y estados del mundo». Son esas cosas que reflejan que este señor, refiriéndose a Gerardo Vera, cada vez que viene a Almagro, el año pasado con Reina Juana, ahora con sueños, nos revoluciona. Ignacio Arellano dijo que «esto un afilado ataque contra todo el sistema político y social». Son obras que ponen en jaque la política social actual con este montaje.

Gerardo Vera comentó que es el espectáculo más difícil que ha abordado en toda su carrera. Al mismo tiempo ha sido el espectáculo más gozoso porque ha tenido enfrente, en ese espejo de don Francisco de Quevedo, a Juan. Este espectáculo sin Juan Echanove no sería posible, ni él mismo podría haberlo llevado a cabo. Ni José Luis Collado habría podido hacer esa milagrosa versión. Porque José Luis tuvo a Echanove en el alma desde el primer momento que escribió la primera línea. También se produjo algo, que no se ha producido en ningún espectáculo de los que ha hecho Vera, y es que lo escribió con Collado en estado febril, a las tres de la mañana, donde no había ningún ruido, donde el mundo se quedaba quieto, y en donde la voz de Quevedo surgía desde lo más profundo del alma, iluminando espacios que a la luz del día nunca hubiera visto. No era la luz del sol, era la luz del alma, oscura, profunda y caudalosa. Y esa luz la contagiaron a Echanove. Echanove, cuando empezó a leer la adaptación, comenzó a sufrir el mismo proceso de fiebre. No dormía, y le llamaba a las cinco de la mañana porque sabía que estaba despierto y le preguntaba cosas. Vera afirmó que nunca ha hecho un trabajo tan a la limón, tan en contacto permanente como los Sueños. Y ahora viendo los resultados, los Sueños no es más que bucear en el alma de don Francisco de Quevedo, con todo lo bueno y con todo lo malo. Con todas las contradicciones, la sensibilidad extraordinaria a flor de piel, la mala hostia, en medio de un imperio que se oscurece, que se disuelve, de un imperio que va trayendo ya a los condenados de las Indias, donde todo ese mundo glorioso del XVII y todos los grandes valores de la cultura tradicional española se van a la mierda.

Gerardo Vera lo tuvo muy claro cuando Helena Pimenta lo llamó para hacer un espectáculo. No quería hablar ni del honor ni de la honra, quería hablar del Imperio cuando ya vienen con sífilis. Le parecía más interesante y más moderno. Y esa sífilis es la que les ha traído hasta aquí con este espectáculo. Esa fiebre.

En el espectáculo se podrá ver esa locura, que es el alma de Quevedo en carne viva, transitando por unos sueños que están en su imaginación y que nos están hablando directamente de hoy.

Echanove, por su parte, dio las gracias a Natalia Menéndez, pues es la primera vez que visita el Festival. Una ilusión, una meta. Siempre ha sabido que tenía que venir a Almagro, que tenía que hacer un clásico en Almagro. De alguna manera u otra tendría que ser aquí. Resaltó que le gusta el Festival, la programación y la dirección de Natalia Menéndez, de quien destacó que tiene una capacidad de trabajo, de gestión y de organización que muy pocos tienen.

Gerardo ha sido bastante escueto y elegante al describir cómo ha sido el trabajo de José Luis Collado y de Gerardo Vera a la hora de llegar a esta conclusión. Los procesos febriles son ciertos. Durante dos horas juego a muerte con un personaje que nada tiene que ver conmigo, pero que me hace muchísimo daño. Es un proceso de dolor profundo. Esta función habla del dolor, y si no lo sientes mejor es que te quedes en el camerino.

El trabajo de adaptación es realmente digno de tener en cuenta en la historia del teatro, porque hay funciones que son muy difíciles de representar, muy difíciles de adaptar. Pero hay funciones que son sinceramente imposibles. Cuando llegaron a la conclusión de que iban a hacer los sueños, Echanove llegó a estremecerse, sin saber lo que iba a hacer. Pero sabía una cosa, y era que a estos dos monstruos de la escena española había que dejarlos tranquilos, con sus fiebres, pero tranquilos. Porque opinar es gratis, y si en un proceso como los Sueños metes una tercera opinión, que en el fondo lo único que busca es una especie de reclamo de tu persona en el proyecto puedes dar al traste con todo pero como si fuera un castillo de naipes. Y eso Echanove lo entendió desde el primer momento.

Por exigencias de la producción se hizo una filmación de la obra. Cuando Echanove la vio confesó quedarse sin aliento. Era la primera vez que se veía en su vida. Nunca había visto un trabajo suyo. Esta conjunción de formas, de colores. Es magnífico ver lo que ha hecho Gerardo Vera. El trabajo de todos los actores, la compañía. En escena se pueden ver diez actores. Los mismos que en escena no saben hacer otra cosa que crear. El día que se termine todos los echaremos de menos.

Quevedo pide a gritos coherencia. Todo lo demás lo dice Quevedo. Echanove estaba deseando de sacar a Quevedo a las ocho de la tarde. Sacarlo. Porque es violento, es poético, sensible, es embaucador, es seductor, es triste y es alegre. Lo tiene todo, todo, todo, y lo conjuga a la vez.

Gererdo Vera finalizó diciendo, que a sus setenta años, la idea de la muerta y la enfermedad está muy presente en la vida de todos los que ya han cumplido esa edad. Se ha pasado por episodios críticos con la salud y hay fantasmas. Quevedo también los tiene. Sueños es la angustia de un hombre que se muere, que se le va la vida, y desde ese momento imagina cosas que le han sucedido con una vigencia que sólo lo tienen en los sueños. Esa idea de la muerte que roza el espectáculo en todo momento hace que tenga esa conmoción. No olvidemos que Quevedo cuando pierde el conocimiento al principio él está leyendo los sueños, que es un texto que él escribe en el herbor de la niñez, pero ya con casi sesenta años. No es lo mismo escribirlo con veinticinco años que luego leerlo con sesenta. Esas dentelladas de la sífilis, de la pierna deforme, todo eso lo va sintiendo hasta el punto que va perdiendo la movilidad y se va apagando en el escenario. No es un trabajo sólo de texto, es un trabajo de alma.

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