Masescena - Cantando bajo la lluvia: el diluvio musical de la temporada

AÑO VII  Número 345

29 MARZO 2024
PUEDE VERSE EN EL NUEVO TEATRO APOLO DE MADRID

Cantando bajo la lluvia: el diluvio musical de la temporada

La magia del teatro hace posible prácticamente todo entre sus paredes; desde crear historias nuevas, hasta rescatar clásicos de otras artes como el cine. Actores, actrices y equipo técnico son ilusionistas capaces de hacer disfrutar al espectador y proporcionarle una experiencia única. Si desean vivirla, pueden viajar a la década de los cincuenta para rememorar uno de los mejores musicales de todos los tiempos en el Teatro Nuevo Apolo de Madrid.

Tras su exitoso paso por el teatro Tívoli de Barcelona, los directores Àngel Llàcer y Manu Guix, – con Miryam Benedited en la coreografía– desembarcan como estrellas en Madrid para adaptar la película homónima de 1952, con libreto de Adolph Green y Betty Comden, música de Nacio Herb Brown y letras de Arthur Freed.

Don Lockwood es una romántica estrella del cine mudo a quien ha costado mucho llegar a la cima. Hasta llegar a triunfar en Hollywood, ha llevado un largo camino en el vodevil en compañía de su íntimo amigo y socio sobre el escenario, el comediante Cosmo Brown. Ahora forma pareja artística con otra estrella de la pantalla, Lina Lamont, una bella y peculiar mujer con espurias intenciones. Son la pareja de moda de los estudios cinematográficos Monumental Pictures dirigidos por R.F. Simpson. Tras uno de los estrenos, una actriz de teatro aún desconocida, Kathy Selden, se cruza en la vida del actor y terminan enamorándose. Esta unión también lo será en el interior de la pantalla, pues tras la irrupción del cine sonoro deberán adaptar musicalmente su último trabajo anteponiéndose ante todo y todos.

Cantando bajo la lluvia es una película que todos en algún momento o la hemos visto o hemos disfrutado con algunas de sus secuencias, normalmente con familiares o amigos de edad avanzada. Este recuerdo popular acrecienta la emoción y ternura de esta comedia musical llena de guiños cinéfilos, humor y sensibilidad, basada en una historia de amor, mientras el mundo del cine vivía un cambio de paradigma con los inicios del cine sonoro, entre la incredulidad y el rechazo. Sus protagonistas lo son también en el séptimo arte, junto a sus increíbles números de baile que todavía hoy, setenta años después de su estreno, siguen en nuestro imaginario colectivo. Ahora regresan a un teatro español, tras triunfar en Londres y Brodway en la década de los 80 y en nuestro país, con la dirección de Ricard Reguant en 2004.

Resulta tópico destacar la responsabilidad de adaptar un musical icónico por el riesgo que conlleva, pero es una realidad; pues cualquier fallo es magnificado. El encargado de la traducción y la adaptación es Marc Artigau, cuyo trabajo es meticuloso y sobresaliente. Este escritor barcelonés, licenciado en dirección escénica y dramaturgia, consigue extraer todo el sustrato del texto primigenio y adaptarlo a un contexto actual, teniendo siempre en cuenta toda la elegancia formal y estética característica de los años 20. Con buen criterio, se han traducido algunas canciones al español para hacerlo más inclusivo, aunque otras como Good Morning, Dream of you o Singing in the Rain han permanecido intactas, pues tocarlas habría sido un verdadero delito musical.

Los responsables de la dirección son el tándem formado por Àngel Llàcer y Manu Guix. Dos nombres propios en sus respectivas disciplinas que vuelven a demostrar su poderío y conocimiento en el teatro musical. Tenían el listón muy alto con La jaula de las locas, su anterior trabajo conjunto en gira nacional, y lo han mantenido con esta propuesta divertida, sensible, vibrante y espectacular. Llàcer, junto a Joan Maria Segura como director adjunto, aporta con su dirección agilidad, frescura, glamour y, sobre todo, mucho humor. La película original en su parte central es algo lenta hasta que la acción termina de culminar, hecho que no ocurre sobre las tablas. Este maestro teatral y televisivo mide a la perfección los tempos escénicos con cuidadas entradas y salidas del reparto, salvo alguna más aparatosa, por exigencias del libreto. De su dirección, también destacaría el juego inteligente y simbólico de los espacios y el carácter metateatral (un musical insertado en otro) bajo el paraguas de la industria cinematográfica. Toda una suma de ingredientes añadidos de forma pertinente que engrandecen esta adaptación.

Una característica a mi modo de ver esencial en esta obra es la supeditación de los elementos a la música fusionada con coreografías. A diferencia de otros musicales, en este hay un conjunto de canciones y melodías propias e identificativas, que el respetable espera oír de manera ansiosa (visto los aplausos y vítores en instantes centrales). El responsable de la dirección musical es el multipremiado compositor y cantante Manu Guix y, como nos tiene acostumbrados, su trabajo es de matrícula de honor. El también pianista de reconocido prestigio destacó en el estreno “el inmenso placer por el contenido riquísimo de la obra” y la “grandeza de lo clásico”. La partitura original, según numerosos entendidos, es de gran complejidad al abarcar numerosos géneros con distintos ritmos, todos ellos ejecutamos con minuciosidad por una orquesta, ubicada en el foso, formada por nueve músicos dirigidos por Andreu Gallén, pianista, compositor y director musical de enorme trayectoria.

Otra de las esencias de este musical es la forma con la que los protagonistas expresan naturalmente sus emociones en medio de sus vidas a través del canto y la danza, reemplazando el diálogo. Los encargados de dar vida a tal icónicos personajes son un elenco conformado por veintitrés actores y bailares. Todas las miradas se posan sobre Miguel Ángel Belott, quien da vida al protagonista Don Lockwood, inefable galán ídolo del cine mudo pagado de sí mismo. Este actor curtido en musicales de éxito como, A Chorus Line o West Side Story, clava en el terreno interpretativo la metamorfosis de su papel pasando de la soberbia y seguridad a la inestabilidad emocional. A nivel vocal, Belott no tiene nada que envidiar al gran Gene Kelly, siendo su mejor momento –como no podía ser de otro modo– el número Singing in the Rain ejecutado a la perfección con respeto, elegancia y fidelidad al original.

A su lado en buena parte de la obra, le acompaña Diana Roig como Kathy Selden, actriz de teatro aún desconocida con enorme potencial. Afortunadamente a esta actriz, con una meteórica carrera con más de una quincena de musicales a sus espaldas, no le ha hecho falta destrozarse los pies ni ser explotada laboralmente para lucir madurez, modernidad ni fortaleza sobre el escenario, como le ocurrió a Debbie Reynolds en la película. La también cantante demuestra su poderío vocal con solos increíbles, siendo la responsable de poner la voz sin verla, lo que lo hace todavía más especial. Como lo son también los dúos con su anterior compañero, mostrando una complicidad y comunicación casi palpables, como la protagonizada en la escalera del set de rodaje.

Por su parte, Ricky Mata se viste de Cosmo Brown, uno de los personajes más complicados de interpretar por su exigencia artística y coreográfica. El actor firma una de las mejores actuaciones de su carrera con un sobresaliente en ambas disciplinas. En su faceta teatral es divertido, guasón y buen imitador; y como cantante y bailarín todo un profesional, siendo el número “Haz reír” su mejor momento al borde de la asfixia y uno de los mejores del amplio repertorio musical actual. Un personaje femenino esencial en la obra es Lina Lamont a quien da vida una sensacional Mireia Portas, en un papel también complicado de llevar a cabo. Esta actriz, con dilatada experiencia televisiva y musical, borda el papel de mujer de apariencia torpe y de escasas facultades, y regala a los presentes los momentos más hilarantes de la representación con una correcta ejecución de técnicas como la pantomima.

Las coreografías son otro de los baluartes esenciales y no exagero al afirmar que es uno de los más exigentes y complicados de los musicales actualmente en escena. La responsabilidad y el mérito recaen en Miryam Benedited, una de las mejores coreógrafas de nuestro país. Con más de veinte años de experiencia, lleva al escenario los números más icónicos de la película con una reproducción exquisita y casi exacta del original, teniendo en cuenta las complicaciones técnicas de esta traslación, con una ejecución sobresaliente del cuerpo de baile. De su trabajo destacaría coreografías individuales como “Haz reír” o la que da nombre a la obra, y grupales como “Good Morning” o “Brodway melody”. De entre todos los estilos utilizados en la función mencionaría, por su abundancia y dificultad, el del claqué dada su alta complejidad en el movimiento rítmico de los pies mientras se realiza un zapateo musical. Mérito también atribuible a la profesora y coreógrafa experta Evangelina Esteves. La vistosidad de las coreografías se ve potenciada por un sensacional trabajo del diseño de vestuario, por Miriam Compte, y caracterización, por Helena Fenoy y Marta Ferrer. Con sus más de 180 cambios de vestuario y 75 en escena, consiguen situar todavía más al espectador en los felices años veinte con sus lujosos y característicos vestidos y pelucas.

Un musical como el que nos ocupa requiere de una construcción coreográfica sorprendente y funcional como la diseñada por Enric Planas, con plataformas y paneles móviles, que nos trasladan desde una lujosa y gran mansión a un estudio de rodaje, y sirven para proyectar escenas teatrales diseñadas por Jordi Massó. Como ocurre con los demás elementos, los decorados cumplen con la estética colorida de los años veinte. Un ejemplo ilustrativo del gran y complejo trabajo escenográfico es el diseño de una estructura capaz de expulsar, filtrar y purificar el agua para que literalmente lluevan más de 1000 litros de agua sobre el escenario.

Una comedia musical donde revivirán el clásico cinematográfico con una sensacional dirección, canciones icónicas, música embriagadora, complejas y vistosas coreografías y terminarán Cantando bajo la lluvia

 

Guion: Betty Comden y Adolph Green

Traducción y adaptación: Marc Artigau

Dirección artística: Àngel Llàcer

Dirección  musical: Manu Guix

Coreografía: Miryam Benedited

Director adjunto y residente: Joan Maria Segura

Director musical residente: Andreu Gallén

Diseño de vestuario: Míriam Compte

Diseño de escenografía: Enric Planas

Diseño de sonido: Roc Mateu

Diseño de caracterización: Marta Ferrer y Helena Fenoy

Reparto: Miguel Ángel Belott, Diana Roig, Ricky Mata, Mireia Portas, Diego Molero, Tony Iniesta, Clara Altarriba, Diego Rodríguez, Bittor Fernández,

Profesor de dicción: Bittor Fernández

Production Singer: Sylvia Parejo

Zelda Zanders: Júlia Bonjoch

Bailarines Graciela Monterde, Júlia Saura, Sara Martín, Clara Lanzani, Clara Casals, Adrià García, Marc Sol,
Alberto Escobar, José Montero, Chema Zamora, Pol Roselló, Aroa Gárez, Rosa Planchart.

 

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