Masescena

Paula Paz: «Elena Fortún y Carmen Laforet. El epistolario de un amor profundo»

La producción está bajo la batuta de Paula Paz, quien ha realizado la dramaturgia y la dirección escénica. Paz, quien además ostenta la dirección artística del Teatro Cervantes de Londres, ha hablado con Masescena sobre uno de sus últimos montajes, Cartas Vivas, para acercarnos un poco más los perfiles de dos mujeres importantes en la literatura española del siglo XX.

 

Paula, ¿qué es Cartas Vivas?

Cartas Vivas, Carmen Laforet y Elena Fortún, es una producción que parte del epistolario de estas dos autoras. Es un epistolario que está publicado en Fundación Banco Santander, en la colección Obra Fundamental. Es una obra de teatro que, como digo, parte de estas cartas que se van entrelazando como si fuese una conversación entre estas dos escritoras, con un formato teatral bastante particular en su forma y también en el contenido. Viene de un proyecto más amplio, que también se llama Cartas Vivas, en el que se pretende dar visibilidad y dar voz a autoras, pensadoras, políticas, de principios del siglo XX, que quizás a lo largo de nuestra historia no tienen la presencia que debieran de tener. Es un proyecto que nace de la Universidad de Exeter, de la catedrática Nuria Capdevila. En un primer momento estuvieron en una plataforma web como cápsulas audiovisuales, y que ahora por primera vez surge como formato teatral con nosotros, con el Cervantes Theatre, para poder llevar a escena los escritos y pensamientos de estas autoras. En esta primera producción comenzamos con Carmen Laforet y Elena Fortún.

 

¿Cómo ha sido la labor de dramaturgia? ¿Cómo se han engranado unas cartas con otras?

Partiendo de todo el epistolario, que va en orden cronológico en su publicación en Cuadernos de Obra Fundamental, el trabajo de dramaturgia que realicé no sólo abarcó la investigación de las cartas, sino que también estudié la obra de las dos autoras, sus novelas. En las cartas fui seleccionando todo lo que tenía que ver con diferentes temáticas. Está dividido por temáticas. En la obra de teatro vamos caminando por diferentes temáticas. Está la familia, por ejemplo. Todas las cartas están preñadas de todos estos temas, y evidentemente van saltando de uno a otro. Hay algunos temas que se repiten, otros que van evolucionando, como la espiritualidad y la religión. Esas experiencias que tienen vitales van evolucionando, van dando forma a su vida, y lo van plasmando en las cartas.

Está dividido por bloques, aunque es bastante fluido en lo que concierne a la narrativa teatral. La familia es un bloque muy importante para Carmen Laforet que se ha casado hace muy poco, que va a ser madre por primera vez. Elena Fortún Paso la muerte de uno de sus hijos, tiene el suicidio del marido en el exilio… todos estos temas se van tratando en el tema familiar. Otro gran bloque o tema es la crisis creativa de las dos, el desarrollo creativo y de escritura. En el caso de Carmen Laforet, una crisis muy grande. Cómo enfrentarse a esa segunda novela, después del éxito de “Nada”. Con esta obra recibió grandes premios, tuvo a la crítica de su parte, y ser un fenómeno social. Cómo se enfrenta a esa segunda novela, las dudas que tiene, las complicaciones a la hora de escribir… Es muy bello poder abrir una puerta y adentrarnos en ese universo de Carmen Laforet, y cómo lo comparte con Elena Fortún, que en definitiva es su mentora. Esta relación nos vemos muy claramente en las cartas.

Otra temática es la religión y la espiritualidad. Ambas lo van experimentando de diferentes formas. La otra temática fundamental es la red de mujeres que hay a su alrededor, con el Lyceum Club en Madrid, donde se juntaban, y de donde sale esta red. Es muy curioso la relación epistolar entre sus miembros, donde se apoyan las unas a las otras. Se menciona mucho en las cartas y es un pilar fundamental para ambas. Esta fue la división a la hora de empezar a crear la dramaturgia, las temáticas, y de las cartas fuimos engranando.

El principal reto era que el espectador no sea un espectador de lectura de cartas. Estamos viendo una obra de teatro, con unos diálogos muy bien generados con las palabras de Carmen y de Elena de sus cartas, no hay nada más extra en el texto, pero sí está construido de una forma en la que tenemos diferentes niveles de diálogo entre las dos. Comienza la obra escribiendo ambas las cartas, leyendo las cartas, y de ahí eso se levanta y toma vida. En algunos puntos de la obra tienen un encuentro en un plano más abstracto de la obra. También hay recursos de voz en Off, movimiento escénico que contrasta con lo que estamos viendo, audiovisual para dar un contexto socio político del momento del año que estaban viviendo. Este es un poco el desarrollo dramático de la obra.

 

Brevemente, ¿cómo definiría a las protagonistas? ¿Serían extrapolables a nuestro tiempo actual? ¿Qué las une?

Creo que son genios, ambas, de nuestra literatura, de la literatura de nuestro país. La calidad como escritoras es innegable. Deberían estar en el canon literario y en el lugar que les corresponde. La obra que ellas han generado y el impacto que tuvieron en su época nos obliga a hacer un ejercicio de memoria y un ejercicio para que estén representadas como se merecen.

Por otro lado, para relacionarlas con el presente, viendo las cartas y viendo la obra hay ciertos puntos en los que parece que no hubieran pasado muchos años. Hay cosas que siguen resonando, hay cosas que siguen siendo dificultades para mujeres escritoras ahora mismo, mujeres artistas en general, a la hora de crear, las dudas, las cortapisas externas que hay. Hay ciertas preguntas que ellas se hacen y que nos seguimos haciendo las mujeres hoy en día. Merece la pena verlo y darnos cuenta de ello, Y de que todavía queda mucho camino por recorrer. Evidentemente, hay otros temas en los que hemos evolucionado mucho, y ese gran recorrido se ve desde 1947 en la primera carta hasta ahora. Queda mucho por hacer, pero también hay un recorrido que ya está hecho.

Lo que les une y lo que vemos en sus cartas, es un gran amor, una amistad muy profunda entre ellas dos. Hay un momento en el que le dice Carmen “yo es que te soñaba desde pequeñita”. Leía a Celia y ha sido como una madre para mí. Carmen se quedó huérfana desde muy pequeñita y para ella Elena fue como una madre, mentora y acompañante vital desde su infancia. Eso tiene una impronta muy fuerte en el tipo de relación que tienen ellas dos. Para Elena Fortún, Carmen ve que es un diamante en bruto. Ella le dice: “usted es un genio, y a los genios hay que dejarles crear y darles su espacio”. Yo creo que el jefe como mentora, dándole aliento, animándola a que escriba, y a que todas esas vicisitudes, la vida familiar, y las presiones que tiene para escribir la segunda novela, las sobrepase y pueda seguir dando lo mejor de sí. Como decía, es un amor muy profundo, el que se tienen la una a la otra, un apoyo, una amistad que va más allá. Realmente es muy bonito ver algo así. Hay un gran amor de la una por la otra, sin ninguna connotación sexual, basado simplemente en el respeto y la admiración que sienten.

 

¿Es un canto al feminismo, o simplemente ponemos encima de la mesa alguna cuestión feminista?

Yo creo que no se podría separar. Creo que sí es un canto al feminismo. Por la temática que ellos tratan y la forma en la que lo hacen creo que la obra en si pone en valor a estas dos mujeres, y pone enfrente del espectador temas en los que tenemos que seguir trabajando. Entonces yo te podría decir que sí, que es también un canto al feminismo.

 

Paula Paz 1

 

¿Cuántas cartas se pudieron llegar a escribir?

Debieron ser como unas 46 cartas, pero tendría que revisarlo para darte el número exacto. Realmente no fueron muchas, y tendrían una extensión variable entre las tres y las cinco páginas. Hay épocas en las que no se escriben mucho. El epistolario llega al final de la vida de Elena Fortún. Como decía vemos ese inicio de Carmen Laforet, después de haber ganado el premio Nadal, la vuelta de Fortún a España, después del exilio y la muerte del marido, y ese final de Elena Fortún, la relación con su enfermedad, ese sufrimiento. Telepizza, horario termina casi con una carta de despedida, bueno, sin el casi, con una carta de despedida de Elena y otra de Carmen. 

 

Además de hacer la dramaturgia de Cartas Vivas ha hecho la dirección escénica. ¿Cómo ha sido el trabajo con las dos actrices que encarnan a los dos personajes, Paula Rodríguez y Elena Sanz?

Ha sido uno de los más bonitos de mi carrera profesional. Por lo especial de la obra, como te decía, por partir de las cartas hace muy especial dirigir este texto. Un reto, por un lado, porque tienes que mantener ese interés constante, tiene que estar evolucionando continuamente la obra. Eso lo hace y tiene un punto muy bello de cómo ensalzar la palabra y llevarla a un primer plano, estando arropada por el movimiento escénico. Y, por otro lado, por trabajar con Paula Rodríguez y Elena Sanz que son dos extraordinarias actrices. Ha sido verdaderamente un placer. Hemos trabajado la palabra desde diferentes planos, qué es lo que yo les decía al principio. Cómo es diferente la palabra escrita cuando hablamos de una carta, Y como mientras se va levantando esa palabra del papel va cambiando y cogiendo diferentes matices. El movimiento también es muy importante en esta obra con el bagaje de danza que traigo y que aporto en la dirección. Yo diría que también es importante. No hay danza, pero si una sutileza de cómo se mueven los cuerpos en el espacio, cómo interactúan. Yo creo que eso se ve plasmado. Al final yo creo que esto es un homenaje a estas dos mujeres que hemos hecho entre todo el equipo.

 

¿Es un montaje bello?

Yo diría que sí, que tiene mucha belleza. Las cartas son muy profundas, emanan, mucho amor, emanan muchas luces y muchas sombras y esto lo intentado plasmar con belleza, con elegancia, sin huir de estas luces y de estas sombras, plasmándolas ahí y utilizando todo lo que está en mi mano como directora. Utilizado una banda sonora que sutil que va a engarzando cada palabra, apoyándola, y compuesta por Yaiza Varona. La iluminación de Sammy Emmins va iluminando estos dos espacios por las habitaciones de escritura de estas dos mujeres que es un poco lo que quería hacer desde el principio. Abrir una ventanita a la habitación propia de cada una de ellas, como diría Virginia Woolf. Entrar en estas habitaciones, en el espacio más íntimo de estas escritoras, y desde allí ir construyendo sus universos en paralelo, y cómo en ese espacio abstracto, que es el espacio de encuentro de unas cartas, si uno imagina ese punto de conversación de dos personas que se intercambian cartas, ese tercer espacio también lo tenemos construido a través de la iluminación, de la puesta en escena, de la música, de la proyección.

En conjunto es una producción donde el detalle es muy importante, donde si hay mucha belleza y armonía, y la palabra y estas dos mujeres toman protagonismo.

 

¿Hasta cuándo en el Teatro de la Abadía?

Estará desde el 26 de enero al 5 de febrero en el Teatro de La Abadía de Madrid, 10 y 11 de febrero en el Corral de Comedias de Alcalá de Henares. Lo que nos gustaría es que después de esta presentación en Madrid, Cartas Vivas se pudiera ver en toda España.

 

¿Algún proyecto confesable fuera de Cartas Vivas?

Todavía no. Dentro de muy poquito se podrá saber cuál es la programación del Teatro Cervantes de Londres que dirijo. Dentro de muy poquito se podrá saber más. Pero de momento no.

 

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