Hace ya mucho tiempo que cada una de las piezas de danza del coreógrafo y bailarín granadino Daniel Doña son la expresión de un compromiso artístico, pero también un altavoz de sus obligaciones como ciudadano, como ser político. No sorprende, pues, que su última creación, Doma, concebida como espectáculo de calle, sea igualmente un acto de rebeldía y de rebelión contra la crueldad, el abuso de poder o la violencia que se esconde bajo las vestimentas del honor, la fe o la costumbre. Esta coreografía,...